jueves, 18 de octubre de 2012

Un humorista genial: ALFREDO BRYCE ECHENIQUE


El crítico literario Claude Couffon del prestigioso diario francés Le Monde publicó el 11 de noviembre [de 1983] un comentario a la Vida exagerada de Martín Romaña de Alfredo Bryce, calificando al autor peruano como humorista genial. Por su importancia reproducimos aquí la crítica, que nos revela el bien merecido prestigio adquirido por Bryce en el extranjero.

Alfredo Bryce Echenique. Foto: Jenny Woodman.

Por Claude Couffon

Aquellos que leyeron hace algunos años "Un Mundo para Julius"' de Alfredo Bryce Echenique captaron inmediatamente la originalidad de este novelista peruano, muy latinoamericano, por cierto, pero que parece navegar en contra de la corriente literaria de ese continente. No tanto voluntariamente, sin duda, sino por distracción. Al igual que el protagonista de su última novela, Martín Romaña, que viaja de Nueva York a París. Pero escuchemos ya la voz narradora:

“El cambio de avión en Nueva York complicó nuevamente las cosa, y se las complicó también, sin duda, a Angel Saldívar, un colombiano encantador que conocí en el aeropuerto, mientras hacíamos los dos nuestros papeleos ante el mostrador de Air France. Saldívar estaba regresando a Bogotá al cabo de varios años en París, lo cual dio lugar a larga charla acompañada de mil consejos que yo escuchaba atentamente, mientras continuábamos con los papeleos, y se estaba produciendo sin duda alguna la confusión de documentos y equipajes, confusión de la que sólo me di cuenta cuando mi avión aterrizó, por fin, en París. Putamadrée como loco, en vista de que ahí en castellano no me entendía nadie, pero no tuve más remedio que aceptar el rigor de la legislación francesa y comprender que un peruano llamado Martín Romaña no puede entrar en territorio francés con un pasaporte colombiano expedido a nombre y fotografía de Angel Saldívar".

Desde las primeras páginas de "La Vida Exagerada de Martín Romaña, el tema y el tono se imponen: esta larga novela, atestada de un humor explosivo, más anglo-sajón que hispánico, es la novela de la marginalidad. Al igual que Chaplin, con el que tiene tantos rasgos en común, Martín Romaña frota su inocencia contra las asperezas de una humanidad compleja e intolerante, que transforma su vida cotidiana en un perpetuo embrollo de desventuras burlescas. Refugiado en la soledad cómplice de su sillón Voltaire, Romaña cuenta para nuestro placer, que es inmenso, sobre las páginas blancas de un cuaderno azul que le ha regalado una chica de paso "para que lo llene de ella", tribulaciones de latinoamericano diferente a los demás, que trata de desmitificar con una irresistible gracia mezclada con mucha ternura, nuestra imagen de la América Latina.

Una Oveja Negra en el Redil de los Latinos

Primeramente, cuando llega a París, Martín Romaña no se refugia, como lo hacen sus compatriotas, en el desorden fraternal de una buhardilla colectiva. Aunque no cuenta entre los suyos, como su creador Bryce Echenique, con un virrey y un presidente de la República, dispone a pesar de todo de una renta paterna no desdeñable. Este hijo de buena familia, refinado y tímido, bien educado aunque tenga "más bien la tendencia a ser la oveja negra del redil", tiene su propio baño, que ve invadido día y noche por una colonia más desamparada que él, y que además le reprocha sus comodidades.

Porque ahí están presentes esos latinoamericanos pobres y exaltados, estudiantes o exiliados, grupos musicales, hippies andinos o costeños, la boina estrellada del Che, unidos por una bohemia delirante y patética. ¿Hará Martín igual que ellos? ¿Se casará con una francesa enamorada del exotismo y el folklore? No, él se casa con Inés, una limeña venida directamente del Perú, pero que resulta también ser una feminista militante y marxista-leninista. Las peleas tempestuosas se alternan con los momentos de reconciliación en el fondo de una cama desvencijada, tiernamente bautizada "la Hondonada". Inés-Martín conforman una pareja al estilo Guépard-Pasionaria, "algo sumamente divertido, a menos que se convierta en lo contrario, naturalmente".

En mayo de 1968 viene la ruptura con Inés. Romaña constata que él, sin lugar a duda, no ha nacido como los suyos, "para ser revolucionario, ni simpatizante, ni nada por el estilo". Ya no cree en la guerrilla que se hace desde París y muy a menudo al son de canciones. "Jamás canté El Cóndor Pasa y siempre evite, en medida de lo posible, el folklore latinoamericano, por el abuso demagógico que hacían los otros".

Sin embargo, el amor conduce nuevamente a Martín hacia las barricadas. Esta vez detrás de Sandra, una joven contestataria norteamericana que se acuesta con todos los latinoamericanos que conoce, en pago por los rigores impuestos a sus pueblos por su país imperialista. Pero Sandra ama demasiado a Martín para entregarse bestialmente a él como a sus amantes de un día. A fin de deslumbrarla y convencerla, Martín inventa una rocambolesca historia de terrorismo de la cual él es el héroe. Pero este nuevo James Bond, colocador de bombas, se enreda en el embrollo de sus propias explicaciones y cae en el fracaso.

En realidad, el éxito lo logra Martín Romaña con su asombrosa capacidad narradora. Un narrador que parece hermano de su creador, Bryce Echenique, ese latinoamericano exuberante, inclasificable pero genial. Lo frecuenta, además, y habla a menudo de él, de su soledad de novelista, de sus sinsabores, de sus humores. "Hay quienes piensan, afirma, "que ese tipo es un humorista, pero la verdad es que siempre está furioso, y que se la pasa gritando que está muy ocupado, cuando, en realidad, lo que esta es siempre muy preocupado..." ¡Querido Martín Romaña! ¡Qué no podría contarnos también de los éxitos de Bryce Echenique! De la historia tierna y truculenta de un mitómano que narra en "Tanta Veces Pedro". O de esa bella recopilación de cuentos, "Huerto Cerrado", que obtuvo en 1968 una mención en la Casa de las Américas.

Pero a través de sus mil y una aventuras de encantador desencantado, de "víctima de una educación privilegiada", él nos dice lo esencial: el inmenso talento de su inventor, un tal Bryce Echenique.

(Publicado en el Suplemento Dominical de “El Comercio”, Lima, Perú, 11 de diciembre de 1983).