viernes, 13 de agosto de 2010

VALOR EDUCATIVO DE LOS "COMENTARIOS REALES"




POR JOSE JIMENEZ BORJA*


Debo declarar en primer término que yo no soy un especialista en temas del Inca Garcilaso. Hay en Inglaterra shakespearistas, en España cervantistas, y en el Perú hay garcilasistas. Yo no he escrito nunca nada sobre Garcilaso, salvo algunos apuntes escolares, y solamente soy un lector atento, devoto, de los Comentarios Reales; pero he aceptado sustentar esta conferencia disciplinariamente en cumplimiento de un dictado del organizador del Symposium, mi talentoso y querido amigo Félix Denegri Luna. De tal manera que traigo solamente fervor, simpatía, entusiasmo a la realización de este brillante certamen. Tal vez la única novedad que puede haber en mis palabras es la de contemplar esta figura monumental del Inca, desde el punto de vista de la especialidad pedagógica, con el fin de analizar el provecho que los maestros podemos sacar de su obra, de cómo la educación peruana puede movilizar esta riqueza espiritual extraordinaria. Toda gran obra literaria tiene excelencia educativa, porque encierra riquezas de fondo y forma. Por el fondo, las grandes obras literarias estimulan la observación, la reflexión, la síntesis, el análisis. Por la forma educan el estilo, inducen a la creación. De tal manera que los grandes libros poseen un extraordinario valor informativo, y los maestros, los apreciamos profundamente. Pero, en este caso de los Comentarios Reales, su mérito es particular; es el mérito en relación con la Escuela Peruana. Tal es el sentido con que yo voy a desarrollar este tema. No es el mérito de una obra maestra de la literatura universal en relación con la asignatura de Historia Literaria, ni en relación con la asignatura de Historia, que esos son valores excelsos que tienen los Comentarios Reales, pero que yo los doy por conocidos de todos, por aceptados universalmente. Mi camino será apreciar este libro desde el punto de vista de cómo puede auxiliar a la formación de un espíritu nacional en nuestra Escuela. La Educación tiene fines generales, que son aceptados en todos los países, en todas las latitudes: conduce a los altos valores. No hay educación que no quiera que el hombre ascienda a un plano superior de la vida espiritual, que se perfeccione en las virtudes cardinales. Según las épocas, se ha buscado un arquetipo humano a través de la educación. En la Antigüedad, en la Edad Media, en el Renacimiento, en nuestro tiempo. Eso es el mundo de los valores, hacia el cual la educación general conduce al hombre. Todos estamos de acuerdo que la Escuela debe llevarnos a la justicia, debe llevarnos al bien, debe llevarnos a la prudencia, debe llevarnos a la verdad, a la sabiduría, en fin, a los grandes valores universales. Pero, yo estimo, que en nuestro país, hay ya un movimiento por descubrir, una Escuela Peruana que tenga los principios de la Escuela Universal, pero que también tenga algunas notas específicas de la educación peruana. Se han hecho ya algunos ensayos importantes. Hay un libro del profesor Emilio Vásquez —que está aquí presente—, hay un ensayo del profesor Pons Musso, varios ensayos que tratan de indagar en qué consisten las notas esenciales, los fines particulares, ya no aquellos fines universales sino los fines particulares de una educación peruana. Yo creo que a este hallazgo de fines específicos de una educación peruana, puede servirnos, de manera extraordinaria, el libro de Garcilasso de la Vega, los Comentarios Reales.

Los Comentarios Reales servirían para fortalecer, relevar, desplegar valores originales en una educación nacional. Son muchos los caracteres que le podríamos asignar a una Escuela Peruana, pero voy a señalar tres únicamente que son los que más se pueden poner en comunicación con el mundo espiritual de los Comentarios Reales. Estimo que una Escuela Peruana debe ser eminentemente geográfica, que debe ser eminentemente solidaria, y que debe ser eminentemente estética. Este primer carácter, que la Escuela Peruana debe ser eminentemente geográfica consiste en la antigua vocación del alma peruana para amar a la Naturaleza y de desenvolverla creando o desarrollando nuevos elementos: es lo que los sociólogos llaman el apetito geográfico, una aptitud de reverencia hacia los prodigios del mundo natural, hacia los ríos que dan el agua que fecunda la tierra, hacia las tierras, hacia los cielos que esclarecen los campos, hacia las plantas, los animales, el hombre mismo, que es el centro de ese gran espectáculo. Pero esa antigua vocación peruana de conservar y de crear la Naturaleza, tiene una tradición muy rica que en ninguna parte encuentra un ejemplario más ilustre, más copioso, más incitante para los jóvenes que en los Comentarios Reales. En los Comentarios Reales se siente esta aptitud de amor hacia la Naturaleza y este afán de crear naturaleza, que como digo es la vocación más antigua y egregia de la nacionalidad. El sistema agrario peruano creaba tierras cultivables donde no las había, están minuciosamente detallados los procesos de la formación de andenes en la sierra y de hoyadas en la costa, retirando la arena hasta encontrar la primera tierra fértil, y conectando esa hoyada con las aguas subterráneas para formar mantos de vegetación en medio del arenal. Está descrito aquel procedimiento con minuciosidad y encanto para las plantas y los animales que el hombre peruano encontrara salvajes y que iba desenvolviendo por cruces, haciendo de las raíces amargas pomas sabrosas, cruzando los animales, mejorando la lana de los animales, cuidando y enriqueciendo los ganados tanto domésticos como silvestres. De tal modo, que la Escuela Peruana puede desenvolver este entusiasmo por la Naturaleza en infinidad de capítulos de los Comentarios Reales. El Inca Garcilaso desenvuelve, con una claridad magistral, estos capítulos, y solamente se detiene con indignación en aquellos pasajes en que este hilo de oro de la tradición peruana es cortado por la incomprensión y la violencia española. Así por ejemplo, por su vigor descriptivo, por su paciencia narrativa, por su color, es maravilloso aquel capítulo que se llama el "chacu" o sea el antiguo sistema de la cacería, para el que no encuentra la palabra precisa por que manifiesta que los indios no cazaban a los animales según el criterio europeo, matándolos, ni haciéndoles daño sino que se los llevaban a manos, de manera que no hay una palabra en español que corresponda a la palabra "chacu" en quechua. En este admirable capítulo dice lo siguiente: "el número de los venados, corzos y gansos y del ganado mayor que llaman huanacu, que es de lana basta, y de otro que llaman vicuña que es menor de cuerpo y de lana finísima, era muy grande, que muchas veces y según las tierras eran unas de más casta que otras, pasaban de 20, 30 y 40,000 cabezas, cosa hermosa de ver y de mucho regocijo. Esto había entonces, ahora digan los presentes el número de las que se han escapado del estrago y desperdicio de los arcabuces, pues apenas se hallan huanacus y vicuñas sino donde ellos no han podido llegar". Y en otra parte dice que sus padres y otros testigos de la Conquista, de los primeros tiempos, le contaron los "excesos y desperdicios", estas son palabras textuales, que hacían los españoles con el ganado. De tal manera que una corriente educativa de alta fuerza constructora, vinculada profundamente a esta antigua vocación peruana de conservación y de creación de la Naturaleza, se puede sacar de los Comentarios Reales y aprovechar intensamente en la actividad didáctica de nuestra Escuela, intensificando, alimentando esta nota que yo considero eminentemente nacional, que es la nota geográfica de la Escuela con esencia peruanista.

La otra nota, el otro carácter de la Escuela Peruana a que me he referido es el de una escuela solidaria. Yo creo que en el Perú la educación debe reunir en un concierto las fuerzas de la nacionalidad que tienden a la dispersión por distintos factores de orden étnico, de orden económico, de orden regional, y que debe hacer un crisol educativo en el cual se fundan las voluntades, se concierten los sentimientos y se suavicen las asperezas, las fricciones que a diario sentimos en un ambiente tan heterogéneo como el nuestro. En los Comentarios Reales hay también una atmósfera cálida de solidaridad humana. El Libro V, que es el destinado al reparto de las tierras, al reparto del agua, a las providencias sobre alimentación, sobre el vestido, sobre viviendas de las gentes, es un poema cíclico de solidaridad humana en el cual se siente vibrar el sentimiento del bien común, del interés que un hombre siente por otro, de la inmersión de los individuos dentro de la gran unidad que constituye la Patria. Los Incas establecieron un régimen autocrático, pero según todos los testimonios, y especialmente el de Garcilaso, su sistema fue paternal y benévolo, en el cual se sienten padres de los pobres, de los elementos más indefensos de la sociedad. Al príncipe heredero entre los ejercicios que hacia tiempo de asumir la mayoría de edad, le correspondía uno que consistía en vestirse como la gente del pueblo, como los más indigentes de la masa, y recorrer los caminos casi en harapos y descalzo para sentir verdaderamente lo que era la melancolía y el sufrimiento de la pobreza. En el reparto del agua tiene estas frases Garcilaso de la Vega: "No era preferido el más rico ni el más sabio ni el privado o pariente del curaca ni el ministro o gobernador del Rey". Había una consideración, entonces, que verdaderamente unificaba a los hombres en el bien general y los castigos eran sumamente severos para el que violaba estos preceptos. Los ejemplos pueden ser innumerables sobre el particular, pero quiero leer un pequeño trozo lleno de colorido, que se relaciona con la visita de dos mujeres. Una mujer visita a otra, una que no es noble, visita a otra que es noble y dice lo siguiente: "Si alguna mujer que no fuese palla iba a visitar a la palla, luego de pasadas las primeras palabras de la visita, pedía que se le diesen qué hacer, dando a entender que no iba a visitar por no ser igual sino a servir como inferior a superior. La palla por gran favor correspondía esta demanda con darle algo de lo que ella misma hacía o alguna de sus hijas, por no igualarlas con las criadas y mandase darle de lo que ellas hacían. El cual favor era todo lo que podía desear la que visitaba por haberse humanado la palla a igualarla consigo o con sus hijas. Con semejante correspondencia de afabilidad a humildad que en toda cosa mostraban se trataban las mujeres y los hombres, en aquella república, estudiando los inferiores cómo servir y agradar a los superiores y los superiores cómo regalar y favorecer a los inferiores. Desde el Inca que es el Rey hasta el más triste llamamicha, que es pastor".

El tercer distintivo de una Escuela Peruana que puede encontrar una fuente de vigor y de inspiración en los Comentarios Reales es el estético. Yo creo que una Escuela esencialmente peruana debe estar inspirada en un mensaje de belleza, debe ser una Escuela en la cual vibre una atmósfera de armonía plástica, de armonía musical, de armonía poética. Este es un libro histórico, y cada día se prestigia más el valor histórico que tienen los Comentarios Reales, pero es fundamentalmente un libro poético, y la poesía tiene la virtud de dar, de expresar un mensaje en una forma más densa, más comunicativa, más penetrante que cualquiera historia, que cualquiera ciencia, que cualquiera de las disertaciones de la filosofía o en general de las disciplinas escolares. Los artistas son seres capaces de intuir en el fondo de la realidad, en el fondo prístino de una nación y recoger sus grandes mitos, sus grandes aspiraciones, sus grandes ideales en sus formas aladas y armoniosas de belleza. Por eso, este libro, magistral puede ser en las escuelas del Perú como la Ilíada, y la Odisea eran en las escuelas griegas, como la Eneida era en las Escuelas romanas: el libro nacional en el cual los jóvenes encontraban los grandes ejemplos de heroísmo, los grandes ejemplos de virtud, los grandes ejemplos de servicios a sus semejantes y de amor a su patria. La poesía es un lenguaje que no se puede traducir, es un lenguaje Intransferible, es decir aquello que el poeta dice, cuando es verdadero poeta, nadie lo puede decir de distinto modo, y en eso consiste la grandeza de la poesía, porque viniendo la poesía del fondo del alma, las palabras se funden desde la realidad más honda del espíritu con las palabras. Ellas son el mismo, el temple espiritual que representa la creación del poeta. Luego, una disertación filosófica o científica se puede decir de un modo o de otro; pero la poesía no se puede decir sino de la manera como el poeta la ha expresado. Y cuando nosotros leemos las páginas de los Comentarios Reales sentimos que eso no se puede decir de otra manera, que ha nacido del temple espiritual del poeta, que ha subido en una ondulación espiritual hasta la sonancia exterior, que es un lenguaje que los estudiosos llaman el lenguaje plasmado, distinto al lenguaje hablado, que es aquel cuyas palabras se pueden cambiar. Yo puedo decir esto que estoy diciendo ahora de otro modo, porque mi lenguaje es un lenguaje hablado; pero si mi lenguaje fuera un lenguaje poético, ese lenguaje sería un lenguaje plasmado, es decir, tendría desde el primer momento la forma escultórica que le ha dado el poeta en el fondo de su alma y esa forma es imposible de cambiarse, de sustituirse con otras palabras. Es lo que se siente en los Comentarios Reales, aún para las cosas más sencillas. Cuando él dice que vió a una india que metía su cabellera en el jugo del maguey para teñirlo, y que cuando salió el pelo de la india parecía más negro y brillante que el ala del cuervo con la pluma recién mudada, por ejemplo, esa manera de decir viene desde el fondo de su espíritu, por una ondulación ya plasmada que yo no puedo cambiar. Pero además, la poesía, lo poético, además de ser lo intransferible es lo vivible. Es decir, es aquello que yo puedo vivir no siendo el poeta. Tiene un poder de comunicación tan grande que me permite a mí vivir y sentir lo mismo que ha vivido, ha sentido, el poeta mismo. Esa energía, verdaderamente invasora que tiene la poesía, que no la puede tener ninguna otra expresión, la tienen los Comentarios Reales; y por eso los Comentarios Reales son estructuralmente una obra poética. Y esta fuerza de poesía que tienen, puede ser aprovechada en la Escuela Peruana para dar las esencias del sentimiento patrio a los jóvenes escolares. Bien, yo creo que no se trata de una obra arqueológica puramente; y por eso es que es una obra eminentemente educativa, porque la educación es para el futuro, porque nace de la inquietud del hombre futuro, porque no es una reversión al pasado únicamente, nace de lo que nosotros creemos que debe ser la generación que nos va a suceder, y en ese sentido los Comentarios Reales responden exactamente a una definición que ha dado de ellos el gran critico argentino y gran peruanista Ricardo Rojas. Ricardo Rojas ha dicho: los Comentarios reales son "una epopeya augural". Yo creo que ésta es la más inspirada definición que se ha dado de ella. Son una gran epopeya por su contenido poético; pero son augurales en el sentido en que son porveniristas. Él, Garcilaso, miró el pasado, pero no miró el pasado cerrado y quieto, sino miró un Perú que ya estaba en proceso; no es por eso una obra arqueológica. El cuenta todas las cosas que hubo en el Imperio de los Incas, pero también se entusiasma con todas las cosas nuevas que vienen al Perú. Hay una serie de capítulos destinados a las nuevas plantas, a los nuevos animales que se incorporan a su país. El suyo no es indigenismo clausurado y excluyente. Yo estoy de acuerdo con el Dr. Valcárcel que el otro día dijo que Garcilaso fundamentalmente era un indio. Estoy de acuerdo con esa afirmación; pero el suyo es un indianismo dinámico y creador. ¿Por qué es dinámico? Porque él ya ve al Perú moviéndose hasta el futuro. En toda la historia mezcla el presente. Hay una parte en que nos cuenta cómo los Incas araban en Colcampata. Y cómo estará aquel hermoso lugar hoy día, se pregunta. Y contesta: Probablemente ya estará lleno de casas, la ciudad habrá crecido cubriendo Colcampata. Yo creo que eso es símbolo, porque está viendo un Perú en movimiento, un Perú en proceso. Hay los siguientes capítulos de los Comentarios Reales, que se refieren a las nuevas cosas traídas de Europa: de las yeguas y caballos; de las vacas y bueyes; de los camellos, asnos y cabras; de las puercas; de las ovejas y gatos caseros; de los conejos castizos; de las ratas; de las gallinas y palomas; del trigo; de la vid; del vino; del olivo; de las frutas de España y caña de azúcar; de las hortalizas y hierbas; de los espárragos; del vinagre; del anís. Nombres nuevos para nombrar diversas generaciones. Y hay una nota curiosa al final de toda esta enumeración: declara que también son nuevos los blancos .y los negros en una frase que tal vez envuelve una ironía y es la siguiente: "Lo mejor que ha pasado a Indias se nos olvidaba, que son los españoles y los negros".

Así como él se llama indio repetidamente, también se llama mestizo. Dice: "a los hijos de español y de india o de indio y española nos llama mestizos, por decir que somos mezclados de ambas naciones. Fue impuesto por los primeros españoles que tuvieron hijos en indias y por ser nombres impuestos por nuestros padres y por su significación me lo llamo yo a boca llena y me honra con él, aunque en Indias a uno de ellos si le dicen, sois un mestizo o es un mestizo lo toman por menosprecio".

Tiene una gran ternura para lo indígena puro, pero tiene también una gran ternura para la nacionalidad mestiza que va surgiendo. La historia de la escuela en que se formó es de una delicadeza poética insuperable. Dice que eran 18 mestizos y algunos indios estudiando en la Escuela del canónigo que les enseñaba por caridad, sumando cuatro horas al trabajo que tenía en el coro de la Catedral. "Los indios y los mestizos, como parientes de ello, son hábiles para imitar y aprender lo que les enseñan, lo cual experimentó largamente el licenciado Juan de Cuéllar, natural de Medina del Campo, que fue canónigo de la Santa Iglesia Catedral del Cuzco, el cual leyó Gramática a los mestizos hijos de hombres nobles y ricos de aquella ciudad. Movióse a hacerle por caridad propia y por súplica de los mismos estudiantes. Felipe Inca, indio del padre Pedro Sánchez, el cual viendo la habilidad que el indio mostraba en leer y escribir le dio estudio donde daba tan buena cuenta de la Gramática como el mejor estudiante de los mestizos. Estudiábamos entre sangre y fuego de las guerras que entonces hubo. Doliéndose de que se perdiesen aquellos buenos ingenios, les decían muchas veces: Oh, hijos, que lástima tengo de no ver a una docena de vosotros en aquella Universidad de Salamanca". Y añade: "Los que ahora son deben dar gracias a Dios porque les envió la Compañía de Jesús con la cual hay tanta abundancia de toda ciencia y de toda buena enseñanza de ella, con la que tienen y gozan". De manera que él sabe que, ya en el Cuzco está establecida la Compañía de Jesús, que la educación se ha desarrollado, y en consecuencia que hay una cultura en marcha, un desarrollo del país futuro.

Pone una gran atención al nacimiento de las instituciones modernas en la ciudad del Cuzco y especialmente en dos. Cuenta todas las cosas que se hacen, pero eso no le interesa tanto, porque las casas destrozan la antigua ciudad del Cuzco, porque los españoles son indolentes y no quieren labrar piedras y sacan las piedras de los antiguos edificios, porque acortan plazas y destrozan en realidad la antigua urbe imperial. Pero con la más profunda simpatía ve nacer a dos instituciones. Una de ellas es el Convento de San Francisco. Siempre fue muy ferviente admirador de la orden franciscana y del espíritu de San Francisco "el Divino San Francisco", dice, y cuenta que en muy poco tiempo se levantaron las limosnas para la construcción de su convento. Al parecer dentro de un plazo muy limitado tenía que darse el dinero para la expropiación del terreno y no había la cantidad necesaria; pero de repente se juntó y apareciéndose en la casa de su padre que era Corregidor, el guardián del convento contó maravillado: "Y más os digo que estas dos noches pasadas no nos dejaron dormir llamando a la portería con su cantidad de limosnas. Tal dijo aquel buen religioso de la liberalidad de aquella ciudad y yo le oí". Pero, además se conmueve y sigue con honda deferencia la fundación del hospital para indios. También un franciscano es el iniciador. Predicando en la catedral los sermones de feria de la cuaresma, sostuvo que eran los españoles los obligados a crear un hospital para indios, que se fundase aquella casa "para que hubiese a quien restituir las obligaciones que los españoles, conquistadores y no conquistadores tenían, porque dijo que en poco o en mucho ninguno escapaba de esta deuda. Siguió por esta persuasión los sermones de aquella semana, y el domingo siguiente concluyó apercibiendo a la dudad a la limosna y les dijo: "El Corregidor y yo saldremos a la una para pedir por amor de Dios por esta obra y mostraos tan largos y dadivosos para ella como mostráistes fuertes y animosos para ganar este Imperio". Se juntaron 34,200 ducados en muy poco tiempo. A todos los compañeros mestizos de su Escuela los sigue con gran simpatía, especialmente a un clérigo Juan de Alcobaza que fue su corresponsal desde el Perú "el cual en muchas provincias de aquel Reyno ha sido Vicario y predicador de los indios, que sus prelados lo han mandado de unas partes a otras porque como mestizo natural del Cuzco sabe mejor el lenguaje de los indios que otros no naturales de aquella tierra y hace más fruto". Pero además, pone simpatía en el arte, se fija mucho en el desarrollo del canto por los mestizos, "de las voces no usaban los Indios en mis tiempos porque no las tenían tan buenas. Debía ser la causa que no sabiendo cantar no las ejercitaban y por el contrario habían muchos mestizos de muy buenas voces. Dícenme que en estos tiempos se dan muchos los mestizos a componer estos versos y otros de muchas maneras, así a lo divino como a lo humano. Dios les dé su gracia para que le sirvan en todo". Es decir, él desea que sigan progresando, expresa su simpatía, su anhelo al desarrollo cultural de su patria y cuenta cómo los indios participaron en las fiestas del Santísimo Sacramento con la simpatía de los españoles en una especie de convivio, de comunidad espiritual con los españoles. "Pareciendo bien estos cantares de los indios y el tomo de ellos al maestro de Capilla de aquella Iglesia Catedral, compuso el año de 51 una chansoneta en canto de órgano para la fiesta del Santísimo Sacramento, contrahecha muy al natural al canto de los Incas. Salieron ocho muchachos mestizos de mis condiscípulos vestidos como indios, con sendos arados en las manos, con que representaron en la procesión el cantar y el aire de los indios, con gran contentamiento de los españoles y suma alegría de los indios de ver que con sus cantos y bailes solemnizaban los españoles la fiesta de dios Nuestro Señor". En consecuencia su indianismo no es absoluto, químicamente simple ni arqueológico; ni es un indianismo quietista sino es un indianismo dinámico e integrador, que tiene su ejemplo en él mismo, porque el mismo de raíz autóctona tan arcaica florece en la cultura del Renacimiento. Hay una página de los “Comentarios Reales” donde, en la parte alta se cita a Bocaccio y en la parte baja se cita a Ariosto. Tratándose de cosas del Perú, estas dos citas me parecen a mí simbólicas, porque la una, la de Boccaccio, se relaciona con las plumas del papagayo, dice que las plumas del papagayo son muy hermosas y que hay un cuento de Boccaccio que se basa en la belleza de las plumas del papagayo ("de las cuales plumas por ser tan hermosas tomó el famoso Juan boccaccio el argumento para la graciosa novela de Frate Cipola"), y con respecto a Ariosto, dice que los indios tomaron por llamar Urito a un parlador fastidioso que como el divino Ariosto dice en el canto 25, sepa poco y hable mucho, a los cuales con mucha propiedad le dicen los indios "calle papagayo". Esta ascensión de la anécdota nativa a la esfera general humana, este injerto de lo propio en lo universal, es propio, típico de un proceso cultural vivo y es en esencia el proceso vital de la cultura; es vincular lo particular a lo genérico. Es muy audaz lo que voy a decir sin ser un especialista en Garcilaso, pero en este Symposium hay tanta libertad, tanta tolerancia que me atrevo a proferirlo. Me parece que su espíritu es representativo del alma barroca. El espíritu barroco no tiene nada que ver con el estilo barroco. Ya el Dr. José Durand en anterior oportunidad, muy sagazmente, hizo ver que el estilo de Garcilaso es un estilo más bien arcaico, que recurre a muchas palabras antiguas para su época; pues bien, puede ser arcaico en la forma, pero en lo espiritual era un ser de intensa vibración presente, a tono con la Contrarreforma, con el momento que vivía Europa. y particularmente España, después del Concilio de Trento. La primera época del Renacimiento, en la que él habla participado, era la época neo-platónica en la cual, tomo sucede por ejemplo en La Galatea de Cervantes, la realidad se idealiza, la poesía consiste no en pintar la realidad sino en imaginarse una realidad selecta, una realidad escogida, encontrar como el rostro del paisaje, lo más fino, lo más delicado que puede tener ya la figura humana, ya el lenguaje humano; y esa es la poesía pastoril de Garcilaso, el pariente glorioso del Inca o la novela pastoril de Cervantes. Pero más tarde llegó el espíritu de la Contrarreforma y entonces se encendió y retorció la llama barroca. Ella iluminó una vuelta a la realidad; se renegó de tanto idealismo y arquetipo, de tanta vaga ensoñación; pero no se renunció al ideal sino que se estableció un dualismo que consistió en regresar a la realidad trayendo el Ideal y tratando de imponer el ideal a la realidad. Ese es el último momento de la evolución, cervantina en el Persiles. Persiles es considerado, por esencia una obra barroca, como también el teatro de Calderón. El barroco es vital, es real, y el Inca buscaba la realidad. Ya hemos visto a través de varios momentos de este ilustre Symposium que el Inca reniega de la poesía, quiere la realidad, quiere la historia; siendo poeta se reclina en la historia; teniendo un alma tan delicada ansía renunciar al modelo forjado, persigue una patria según él la concibe, según las esencias más prístinas y más nobles del Perú. Aunque describe el Perú tal como fue el Perú, de los Incas, tal como es, el Perú, que se va moviendo hacia los siglos futuros, quiere que un ideal plasme esa realidad, le dé forma, y se establezca finalmente un equilibrio entre el ideal y la realidad. Hay dos versos de Calderón de la Barca que Casualdero considera que simbolizan este espíritu del alma barroca y son los siguientes:

"Es todo el cielo un presagio
y es todo el mundo un prodigio".

Es decir, es todo el cielo un presagio porque nos manda hacer una grandiosa tarea. Hay grandes empresas por acometer para ennoblecer el espíritu; y al lado de eso está la realidad, el mundo, que es un prodigio parque es hermoso, variado, indómito; pero como en las dos columnas salomónicas de los imafrontes barrocos, deben unirse esos dos mundos en la parte alta, en la ascensión final del arte barroco. Esta es la dualidad de ideal y real, del cielo y la tierra, que expresan estos dos versos de Calderón y cuando Ricardo Rojas dice que los Comentarios Reales son un epopeya augural, nos asegura que desarrollan un prospecto del futuro: no solamente nos muestran el pasado sino que nos presagian, como esas palabras de Calderón, un Perú raigal, auténtico y peregrino. Por lo tanto, marchando al futuro podemos buscar las esencias de un país más profundo y original en los Comentarios Reales, y tratando de imitar a estos versos de Calderón podemos decir estas dos frases que expresan ya en síntesis estrechamente cifrada mi opinión sobre los Comentarios Reales y su valor educativo: el Perú está lleno de prodigios, los Comentarios Reales están llenos de presagios.


De: Nuevos estudios sobre el Inca Garcilaso de la Vega. Lima, Banco de Crédito del Perú y Centro de Estudios Históricos-Militares del Perú, 1955, pp. 231-242.

* José Jiménez Borja (1901-1982), lingüista y educador tacneño, fue autor de muchos ensayos literarios.

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